El alcohol está presente a través de sus múltiples presentaciones en nuestro día a día, aunque legal y con una amplia aceptación social, el alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central.
Cerveza, vino, cava, sidra, ginebra … el alcohol está presente a través de sus múltiples presentaciones en nuestro día a día. Comercializado de forma masiva, tanto en grandes como en pequeñas superficies, es fácil olvidar que, aunque legal y con una amplia aceptación social, el alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central. De hecho, es esta normalización en su consumo, sumado a su fácil acceso, lo que la convierte junto al tabaco en, posiblemente, la droga más peligrosa que existe.
Al contrario de lo que se piensa en muchas ocasiones, cualquier consumo de alcohol, por pequeño que sea, es perjudicial para la salud. Un consumo diario mínimo puede tener efectos nocivos similares en ciertos sistemas del organismo al consumo moderado y esporádico.
Los efectos por el abuso de esta droga a nivel hepático, cerebral y las consecuencias psicológicas que acarrea son, en cierta medida, conocidos por gran parte de la población. Sin embargo, los problemas asociados a otras partes del cuerpo resultan menos comprendidos y la cavidad oral es una de las grandes desconocidas. Entre los múltiples cambios que el alcohol ocasiona en ella, destacan:
Cambios en el pH: su consumo disminuye el pH oral, desmineralizando la capa más superficial del esmalte dentario y favoreciendo la aparición de caries.
Cambios en la saliva: Las bebidas alcohólicas pueden afectar a los mecanismos que producen y segregan saliva, reduciendo su flujo. La menor cantidad de saliva, sumado a su mayor acidez multiplican exponencialmente los riesgos para nuestros dientes y encías.
Mal aliento: El ambiente ácido existente tras el consumo de alcohol es propicio para que las bacterias puedan multiplicarse fácilmente. Los compuestos sulfurosos que producen son los responsables del olor desagradable.
Sin lugar a duda, el mayor riesgo del consumo de alcohol para la cavidad oral es el incremento del riesgo de padecer cáncer. Los bebedores moderados tienen 1,8 veces más riesgo de desarrollar cáncer oral, cifra que se multiplica si le sumamos el tabaco.
Un estilo de vida saludable, una dieta equilibrada, una reducción en el consumo de tabaco y alcohol sumado a visitas periódicas con su odontólogo, son la mejor manera de mantener su salud oral y su sonrisa.