También conocidas como llagas en la boca, suelen ser de carácter benigno y en la mayoría de los casos no presentan complicaciones clínicas relevantes.
Las aftas bucales pueden resultar molestas para quien las padece. Aquí te contamos algunos puntos claves.
Una preocupación común y reiterada en gran parte de la población consiste en la aparición de aftas bucales. Con este nombre denominamos a una serie de lesiones superficiales benignas y no contagiosas en forma de úlceras o llagas que se localizan en diversos tejidos blandos de la cavidad oral.
Las características particulares de estas lesiones hacen que su identificación sea bastante sencilla: color de blanquecino a amarillento, rodeadas de una zona rojiza y generalmente cursan con alguna molestia.
¿Qué las provoca?
En la mayoría de los casos no se puede determinar la causa con exactitud, aunque ha quedado demostrado que existe cierta predisposición genética a padecerlas. Algunos factores que favorecen su aparición serían: traumatismos, comidas y bebidas irritantes, estrés, déficit de sueño, déficit de vitaminas y minerales, alteraciones hormonales (sobre todo la fase premenstrual) o hematológicas…
Tipos de aftas bucales
Existen tres formas clínicas principales de aftas bucales:
Aftas menores: Las más frecuentes (80% de los casos). Son pequeñas, poco profundas y bien delimitadas. Desaparecen tras una o dos semanas sin dejar cicatriz.
Aftas mayores: Más infrecuentes (10-15% de los casos), grandes (superior al centímetro) y profundas que las anteriores. Son redondas, de bordes irregulares y pueden llegar a ser muy dolorosas. Tardan hasta seis semanas en desaparecer y pueden dejar cicatriz.
Estomatitis aftosa herpetiforme: La forma clínica menos frecuente (5-10% de los casos). Se manifiesta con la aparición de múltiples úlceras de pequeño tamaño (1-3 milímetros) que tienden a unirse en racimos y formar úlceras irregulares y de mayor diámetro. Suele aparecer en la tercera edad, afectando en la mayor parte de los casos a mujeres.
Tratamiento y prevención
Puesto que aún no hay un tratamiento farmacológico definitivo, los tratamientos deben ser individualizados. Existen varias terapias que han demostrado su eficacia, no solo en la curación de las lesiones, si no también en prevenir su recurrencia. Haciendo un resumen muy general, podemos decir que lo razonable es comenzar con medicación tópica continuando, si fuera necesario, con medicación sistémica y controles nutricionales, hematológicos y de posibles reacciones alérgicas.
Controlando los factores que favorecen su aparición, conseguiremos reducir la frecuencia de aparición de las aftas.
Desde Clínica Dental Ráez os recordamos que si un afta tarda más de tres semanas en cicatrizar es muy importante acudir al odontólogo para su valoración.